Los bostezos, los piojos y hasta los malos hábitos son contagiosos. Eso quiere decir que se pasan de una persona a otra como un balón en un partido de fútbol. Así también pasa con la risa. ¿Se han fijado? No podemos negar que nuestra mamá tiene algo de razón cuando nos recomienda salir al mundo con buena cara. En general una sonrisa se devuelve con otra y a medida que se van acumulando hacen un poco más ligera la vida. ¿Y qué tal cuando oímos una carcajada? De entrada, es una promesa de que pronto vamos a enterarnos de alguna historia que nos va a hacer saltar la barriga, dar de patadas en el piso y tal vez, hasta soltar unas lagrimitas, pero de la risa. Algo así les pasa a los habitantes de este libro.
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