Con estos poemas el autor nos lleva de regreso a su infancia, cuando viajó con su familia a México para visitar a su abuela y a su familia. Viajamos con él en la camioneta familiar, a través de la brumosa cordillera hasta el pequeño pueblo de Atoyac. Allí, en el amado pueblo de sus antepasados, escuchamos las historias de su abuela, probamos los sabrosos desayunos de la tía Reginalda, aprendemos sobre las claves del universo y nos damos un chapuzón en el cálido mar.
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