La protagonista de este clásico del nonsense es capaz de comerse todo lo que encuentra en su camino: sacos de harina, zapatos viejos, clavos oxidados, cubos, sartenes, ¡incluso alambres de púas! Lo que al principio llena de orgullo a su dueño —sobre todo porque la cabra alcanza un tamaño descomunal— pronto no resulta tan ventajoso…
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