“Me encanta el pan de muerto”, dice Joaquín mientras se sienta con su mamá a comerse el delicioso pan, preparado especialmente para Día de Muertos. Pero antes de que pueda darle la primera mordida alguien llama a la puerta: un esqueleto hambriento que ofrece cantarles una canción a cambio de un mordisquito del pan. A Joaquin le parece justo y acepta, pero antes de que el esqueleto pueda comenzar a cantar dos más llaman a la puerta ofreciendo tocar el acordeón, y luego tres más a tocar las guitarras, y cuatro la maracas, ¡y cinco a bailar! ¡solo por un mordisquito de pan!
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