Cuando tenía 10 años, José M. Hernández, vio en el televisor en blanco y negro de su familia los paseos lunares del Apolo 17 y supo lo que quería ser cuando fuera grande: un astronauta. Esa noche le contó a su papá, y se sorprendió cuando él le respondió: ''¡Puedes hacerlo mijo!''. Siguiendo la sencilla receta de su papá para tener éxito y sumándole su propio ingrediente, la perseverancia, José M. comenzó su camino para convertirse en un astronauta.
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