''Julio era observador. Le gustaba admirar el lugar de trabajo de los artistas ayacuchanos y cómo ellos con mucha paciencia y precisión, iban tallando la piedra hasta formar hermosas esculturas''
Nos lo cuenta la autora como lo haría su maestra de primaria o una amiguita de Julio, y, gracias a ella, conocemos los orígenes, la vivienda, la pobreza, los trabajos, la alegría y la esperanza de la familia de Julio Gálvez. Con sus palabras y con las imágenes prodigiosas que aquí se presentan, nos hacemos niños y comenzamos, poco a poco, a entender el mundo
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