Juan Emar mezcla y enfrenta con audacia los imaginarios surgidos del encuentro de dos pueblos y de una guerra que se extiende siglo tras siglo hasta el día de hoy, de la cual el pueblo mapuche, al igual que como ocurre en el cuento, saca la peor de las partes. Tal vez el desconsolado llanto de Miltín, dotado por el pueblo cristiano de clarividencia, no era por causa de las tragedias que a ellos sucederían, si no más bien a las de su propio pueblo; nunca exterminados, pero vencidos y vapuleados?
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